jueves, 10 de marzo de 2016

La Orden de Santiago en el Reino de Murcia (I/3)

Comenzamos una serie de entradas sobre las órdenes religiosas en el Reino de Murcia durante la Edad Media. De las que se instalaron en el solar murciano la más importante sería la Orden de Santiago, a la que le dedicaremos tres entradas.
Nuestra asociación recrea el equipo de uno de estos caballeros de la Orden de Santiago en el siglo XIII (imagen que acompaña). Su equipo no variaba de cualquier caballero de la época. Loriga, brafoneras y almófar de cota de malla, vestida sobre ropa acolchada, y un capacete u otro tipo de casco eran la principal defensa pasiva de estos caballeros de la religión.
Espadas, mazas, hachas, lanzas y escudo de tipo español constituían su armamento ofensivo y defensivo, siendo la única forma de reconocerlos su característica cruz que llevaban bordada sobre su sobrevesta y pendones y pintado en sus cascos y escudos.
Nuestra recreación del caballero 
Hemos querido recrear el blasón de la orden conforme a la vestimenta que aparece en las cantigas y los ejemplos en piedra de la época que hay en castillos del reino como Caravaca, e incluso en la caja de plata que guardaba el "lignum crucis" datada en el siglo XIV.
Se trata de una cruz roja flordelisada con veneras en los arreos. Dicho blasón entendemos que era el emblema reconocido públicamente para la orden en el imaginario popular mientras que el emblema espadiforme (con o sin venera), algo más arcaico, se da solo en contextos privados de la orden, pero no públicamente.
El símbolo o cruz que hoy en día conocemos para la orden de Santiago parece ser que data de época de los reyes católicos (la cual está representada actualmente en muchos escudos de Ayuntamientos que fueron señoríos de la Orden).

miércoles, 3 de febrero de 2016

El acto de armarse caballero

En la España medieval los caballeros, al igual que en Europa, eran nombrados en una ceremonia con características del mundo secular y religioso. Este rito de consagración vario a lo largo del tiempo, pero desde guerreros de Tudmir recreamos el usado en el reino de Castilla y León en el siglo XIII, momento de máximo apogeo de este concepto caballeresco. Dicho ritual pasara después al resto de reinos medievales españoles.

Alfonso X el Sabio, rey tan importante para el Regnum Murciae, fue quien describió en el título 21 de la II de sus “Partidas” el ritual para armar un caballero castellanoleonés. De la que también poseemos una versión muy parecida en la corona aragonesa en el “Libro de la caballería” de Ramón Llull.

Los escuderos de linaje noble, que habían servido bien y demostrado su valor al servicio de un caballero, y podían permitírselo económicamente, debían seguir el siguiente ritual para ser finalmente nombrados caballeros por el rey castellanoleonés o por otro noble.
 Recreación del ritual de nombramiento de un caballero
 por los Guerreros de Tudmir, en la capilla de la
Torre del homenaje del Castillo de Alhama de Murcia

El aspirante, en primer lugar, debe pasar el día anterior en vigilia. Esta vigilia la debía hacer vistiendo un brial o sus mejoras ropas, tras haber sido bañado y lavada su cabeza al medio día. Este ritual de limpieza, que según el monarca “hace parecer bien las cosas a los que las ven” debía seguir con otra limpieza del espíritu en una Iglesia o capilla. 

Así mientras que de rodillas ora y reza, se le va diciendo todos sus deberes, así como los peligros, que le esperan como caballero. Llegada la mañana se vuelve a lavar y arreglar, donde es vestido sobre la mejor cama del lugar.

Acto seguido pasaría a oír misa y rogar a Dios que le guíe sus hechos para su servicio. Una vez terminada la oración vendrá el que le ha de armar caballero y le preguntara si quiere la orden de caballería ante testigos. Ante la respuesta afirmativa, volvería a preguntarle si la mantendría con las cuatro virtudes establecidas por los antiguos. Si también es afirmativo el padrino debe calzarle las espuelas o mandar calzárselas. 

El siguiente paso es ceñirle la espada al brial por medio de un cinturón grueso, debe ser ajustado pero que pueda usar después con la armadura completa puesta (cota de malla en este momento). Una vez hecho esto le desenvainara la espada y se la pondrá en la mano derecha para realizar un triple juramento: “la primera, que no recele morir por su ley si menester fuere, la segunda, por su señor natural; la tercera, por su tierra”.

Una vez pronunciado el juramento se le da la pescozada (bofetada dada al caballero novel por el oficiante), para que no olvide lo que ha jurado, a la vez que va diciéndole “que Dios le guíe a su servicio y le deje cumplir lo que allí prometió”. 

El penúltimo acto es el beso del oficiante, “en señal de fe y de paz y de hermandad, que debe ser guardada entre los caballeros”, algo que deberán hacer también todos los caballeros presentes en la ceremonia. Y por último el caballero novel enfundaba su espada y lo celebraba agasajando a los presentes con suculentos y caros festines.

Texto: Ginés José Muñoz Cánovas. Historiador.

jueves, 11 de junio de 2015

Bienvenido al Blog de los Guerreros de Tudmir

Os damos la bienvenida a nuestro blog, en el que iremos publicando todas nuestras aventuras tanto en el Reino de Murcia, así como allende nuestras fronteras. Además también compartiremos con vosotros, todas nuestras nuevas, entre otras publicaciones de recreación y divulgación histórica.



"Imaginaos, como bordada en un tapiz, una hueste en marcha. 
A señas desplegadas y paso resuelto, la mesnada se encamina a la batalla, 
al heroísmo, al honor a la gloria.
Eso parecen en el tapiz, pero si los veis de cerca, 
sólo distinguiréis una caterva pendenciera, perros sin atraillar, 
lobos en manada ¡Fragor de hierros, acompasado andar, relinchos, toses!" 
Las últimas pasiones del caballero Almafiera-Juan Eslava Galán